Epístola del viernes (11) : Paul Auster.





Estimado, querido y admirado Sr Auster:


Ya le dediqué unas palabras en 2013. Hacía tiempo que no escribía una de estas epístolas (no públicamente), y bueno, no había mejor ocasión para repetir. Siete años bien lo merecen (siete años sin contar su diario y su informe, claro). 

Por fin llegó "4321", y no solo nos ha deleitado usted con un novelón sobre el que me costará mucho hablar aquí cuando toque, sino que nos ha regalado múltiples apariciones y entrevistas, con numerosas reflexiones a sumar a las que muchos de sus lectores atesoramos desde hace tiempo. Bendito aquel desayuno de una mañana cualquiera que le inspiró. 

El tiempo invertido en su última novela le ha llevado a sufrir casi un colapso al terminarla. Tuvo usted que agarrarse a la pared para no caer. Pues imagínese yo al saber que ya estaba en camino, cómo ha sido la espera hasta tenerla en mis manos. Leerla en septiembre (una tradición que usted me ha permitido cumplir de forma muy especial este año), y leerla en el silencio de algunas madrugadas... ¿Sabe? Tengo la costumbre de dejar de leer, al menos, treinta minutos antes de empezar mi jornada laboral. ¿Por qué? Porque hace unos años acabé una de sus novelas diez minutos antes de entrar a trabajar. No pude contener las lágrimas y me fue imposible concentrarme, me costó la misma vida salirme de la historia y volver al mundo real. Desde entonces tomo esa "precaución".

 Es uno de los contadísimos escritores (no más de tres) que tiene ese efecto en mí: hacer que,  al parar de leer, necesite unos segundos para volver a la vida y recordar dónde estoy. Son solo unos segundos, puede que menos, pero es una sensación indescriptible y mágica.

Vuelvo a caer presa de su forma de concebir la vida, su sensibilidad, el reparar en esos detalles en los que no todo el mundo repara. Se emociona al pensar que comenzó a escribir este último título a la misma edad en la que falleció su padre, y vuelve a plasmar, en cierto modo, sus propias experiencias en sus obras. "Igual no soy un novelista, igual soy un contador de historias", decía usted el martes pasado. Aplaudo su modestia, pero usted no es un novelista. Es EL NOVELISTA.

Insiste nuevamente en lo inesperado, en lo mágico o desgarrador que puede ser el destino, según el camino que escojamos. Siempre nos invita a reflexionar al respecto, es lo que denomina "mecánica de la realidad", esa en torno a la cual va escribiendo párrafo a párrafo  (su unidad de composición), en sus cuadernos cuadriculados franceses. 

Como dijo en alguna ocasión, es consciente de que hay gente que detesta eso que hace, y lo acepta. Muchos le critican por ser más de lo mismo en cada novela, otros justo por lo contrario, por alejarse de lo habitual. Nunca llueve a gusto de todos, y menos cuando se tiene la trayectoria que usted tiene. Me pregunto cuántos besos de Judas habrá recibido en este mundillo a lo largo de los años. No obstante, en eso consiste también la magia de la literatura, para gustos...

Ahora que está de promoción, he llegado a leer hasta observaciones peyorativas sobre su físico, qué artístico criterio, ¿verdad? tan interesante como la evolución de los deuteróstomos;  pero bueno, en la viña tiene que haber de todo (aunque,  sin acritud, le digo que si a estos grandes pensadores les cae el rayo ese que tanto le impactó a los catorce años, tampoco pasa nada, oiga).

Dijo usted esta semana que "No hay nada más emocionante que estar bajo el hechizo de la habilidad de un escritor para contar una historia". Yo me despido dándole las gracias por su hechizo y por su aportación a la literatura. Aquí estaré siempre que tenga algo que contar. Mientras tanto, me conformaré leyendo a los demás...




Comentarios

  1. A mí es un autor que me sorprende y ahora precisamente estoy leyendo la adaptación gráfica de La ciudad de cristal.

    ResponderEliminar
  2. Qué bonita epístola, querida amiga. Entiendo bien cuando dices que es "EL NOVELISTA", puesto que el señor Auster es el mejor narrador de este siglo, sin duda, un cronista de historias, un excelente contador. Es que tener el don de escribir bien no te salva de contar mal las historias. En Paul Auster coincide el talento de la escritura y de la narración. Por muchos años, señor Auster, no nos deje por muchos septiembres.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. Esta mañana cuando estaba llegando a la tienda, he escuchado que le estaban haciendo una entrevista en Catalunya Radio, pero he encontrado un sitio para aparcar y me la he perdido, y la verdad es que me he acordado de ti cuándo lo he escuchado :) Yo he leído un par de libros de él y seguiré, aunque poco a poco.
    Besos!

    ResponderEliminar
  4. Magnífica epístola, Meg. Se nota que has disfrutado muchísimo con esta novela. Sin embargo, no me atrevo a leer algo de este autor, precisamente por lo que comentas sobre su forma de concepción de una novela. Besos.

    ResponderEliminar
  5. Maravillosa epístola! Y un autor al que tengo que volver, que tengo mucho que leer de él todavía.
    Besotes!!

    ResponderEliminar
  6. Te has quedado en la gloria, hija... Me ha encantado tu epístola, casi tanto como me gusta Auster.
    Besos.

    ResponderEliminar
  7. Jejej Ro, yo creo que estas cartas deberían llegar a sus manos. Seguro que recibe mucha correspondencia de los lectores pero dudo mucho que alguna sea como las tuyas. Disfruta de Auster. Besos

    ResponderEliminar
  8. Hola, pero que bien escribes hija! Por cierto, espero con ansia tu reseñas de su última novela.
    Un beso

    ResponderEliminar
  9. Qué arte escribiendo, expresando, transmitiendo... Qué bonita epístola, en el fondo y en la forma. Tengo un par pendientes del autor en la estantería y dan ganas de salir corriendo a por ellos. A la espera quedamos de esa reseña de "4321". Lo de los comentarios sobre su físico lo estoy procesando.

    ¡Besote!

    ResponderEliminar
  10. Muy bonito escrito. La verdad es que yo soy bastante novato en cuanto a la literatura de este señor se trata, pero debo reconocer que voy a volver a él toda la vida; tanto me ha gustado su forma de escribir que desde ya presiento que será una joya de autor del que jamás voy a querer alejarme.

    ResponderEliminar
  11. Si Paul leyera esta carta, te contestaría.
    Besos

    ResponderEliminar
  12. Qué bonito escribes, amiga. Enhorabuena por esa preciosa epístola. Dan ganas de correr a buscar un libro, el que sea, de Auster, y ponerse a leer sin más.
    Besos.

    ResponderEliminar
  13. ¡¡Qué bien suena el Auster que lees!! Me refiero a la persona en sí, más que a la novela. No tengo el gusto, pero parece que aquí es un asiduo...Tendré que poner remedio sin dilación.
    Me ha gustado eso de dejar treinta minutos...un espacio...para salir de la novela antes de entrar en el trabajo. Suscribo a pies juntillas que hay que estar muy atenta a esos detalles...¡¡Qué bonito es leer!! Y en Septiembre!!
    Un abrazo muy grande

    ResponderEliminar
  14. ¡Qué bonito! Me han entrado unas ganas irresistibles de leerlo ya y sentir esa emoción que comentas, sentir esa conexión con el escritor y con lo que te está contando. Hay personas que no entienden que se puede llorar con un libro, eso es que han leído poco.
    Precioso.
    Besos

    ResponderEliminar
  15. Estuve el lunes por la mañana en la rueda de prensa, fue un lujo, verle, hablar... dijo un montón de cosas sobre su forma de escribir, sus pasiones, sus casualidades, lo que hay de él... tengo que hacer la traducción y no quiero perder nada. Aún me emociono.
    Besos

    ResponderEliminar
  16. hola! una carta muy bien escrita que llevaremos al muro y quedara colgadita, saludosbuhos!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¡ Gracias por comentar !