"Sin quejarse, Magda renunció a los pezones de Rosa, primero al izquierdo, luego al derecho; los dos estaban agrietados, sin rastro de leche. La brecha del conducto extinto, un volcán apagado, ojo ciego, agujero frío, así que Magda empezó a amamantarse con la punta del chal. Chupaba, chupaba, empapando las hebras. El buen sabor del chal, leche de lino. Era un chal mágico, podía alimentar a una criatura durante tres días y tres noches. Magda no murió, siguió viva, aunque muy callada. Su boca exhalaba un olor peculiar, a canela y almendras. Mantenía los ojos abiertos en todo momento, se olvidó de pestañear o dormir , y Rosa y a veces Stella observabam su intenso color azul".
Cynthia Ozick nació en 1928 en una familia de origen judío (padre y madre judíos rusos). Especializada en literatura inglesa, la hostilidad vivida por su condición es la causa de que sea especialmente sensible a la cuestión de la identidad judía y al Holocausto, temas en torno a los cuales gira la mayor parte de sus ensayos y narraciones.
"El chal" consiste en la edición conjunta de dos relatos, uno breve y otro largo, escritos por la autora en 1977: "El Chal" y "Rosa". Ozick esperó tres y seis años respectivamente para publicarlos por separado. Cuenta Berta Vias en el prólogo que esa prudencia a la hora de publicar tales historias obedece al empeño por huir tanto de un lirismo sensiblero como del patetismo más chato. Se trata de un deseo de encontrar la forma de expresión más adecuada para semejante atrocidad. Y lo consigue, vaya si lo consigue.
El chal te golpea desde la primera página. En la vida hay un antes, un durante y un
después. Estamos en el durante de los tres miembros que quedan de una
familia: Rosa, su bebé Magda, y su sobrina, Stella. Las tres se encuentran en un campo de concentración. Sin dramatismos, los hechos son los que son. Empiezas a leer. Visualizas. Tienes que parar. Respirar. Porque nunca, nunca, estás preparado para algo así. Siendo el relato más corto, el chal se muestra intimista, brutal, sobrecogedor...
Decía Rosa que los gatos tienen nueva vidas, pero ellos solo tres, las que comenté antes: la de antes, la de durante y la de después. En la segunda parte del relato, ella se mantiene en el durante, aunque han transcurrido muchos años desde la II Guerra Mundial y Rosa viva en Miami, donde se ha trasladado desde Nueva York, tras ser incapaz de superar su pasado y destrozar el negocio que regentaba. También sabremos qué ha sido de su sobrina y de su hija.
Rosa representa el desarraigo de muchos supervivientes, término que conlleva una etiqueta que nuestra protagonista odia, como odia el auge de los estudios de patología social que buscan estudiarla como si fuera un bicho. Nuestra protagonista despierta el rechazo, y al mismo tiempo, la simpatía y la compasión del lector. No entiende que el mundo siga girando después de lo sucedido. Pese a la dureza del relato, esta segunda parte se muestra más amable, con pinceladas de ironía, humor y diálogos ingeniosos, y es que aparece un nuevo personaje: Persky, un judío también superviviente del holocausto, pero con una actitud diferente ante la vida, ante ese "después": "Yo parto de una teoría distinta. Siempre se puede ver el lado malo de las cosas, y también el lado bueno. Si eliges verlas por el lado bueno, mejor para ti." Aceptar esa amistad es admitir que otra vida es posible para los supervivientes, "Mi Varsovia no es su Varsovia" le dice Rosa a su amigo.
Una lectura necesaria bajo mi punto de vista. Una lectura acompañada de unas ilustraciones igualmente necesarias. Una lectura que ya tenía fichada, y que, tras una reseña, la de Inés, no pude postergar más.
Inés nos dejó a todos con la miel en la boca y el ojo puesto en esta historia. Creo que la disfrutaría tanto como vosotras y que parece tener un punto de originalidad en su estructura. Creo que es de esas historias que dejan poso y se quedan contigo.
ResponderEliminarBesos
Pues yo no quiero, ea. Solo con la portada ya me temía lo peor y mira, eso de que me den ya desde la primera hoja como que no. Que sí, que lo del Holcausto lo sabemos ya.
ResponderEliminarUn beso
Buffff, un tema que siempre me pone los pelos de punta. Me llama muchísimo pero... no sé, no sé, se me arrechucha tanto el corazón...
ResponderEliminarUn besin
Por cierto, el fragmento que compartes... sin palabras.
EliminarFijaté, tanto a ti como a mí nos noqueó esta lectura desde el principio, sin embargo he leído otras opiniones en las que cuentan que el primer relato les dejó totalmente fríos y hasta que no leyeron el segundo no comprendieron la fuerza y todo lo que implicaba ese primer relato para el resto de la historia.Me alegra que lo hayas disfrutado/sufrido tanto como lo hice yo.
ResponderEliminarUn beso
Hola!!
ResponderEliminarCreo que lo dejaré pasar, no me termina de llamar
Un saludo :)
A mí me apetece mucho, le tengo echado el ojo desde hace tiempo y además es cortito, con lo que no me llevará mucho leerlo (aunque creo que es de esas lecturas que se llevan dentro mucho después de acabarlo).
ResponderEliminar¡Un abrazo!
También lo tengo en mi lista gracias a Inés. Tengo que leerlo :-)
ResponderEliminarBesos.
¿Pero cómo narras semejantes hechos? Es complicado que el lector no te tache de que buscas lágrima fácil, sentimentalismo fácil, drama provocador... He ahí el buen arte de la autora, entonces. Bss
ResponderEliminarMagnífica reseña, Meg, ya lo creo. Apuntadito queda. Esta es una temática que nunca me cansará. Besos.
ResponderEliminarOye pues no lo conocía pero como para resistirse después de leerte :D
ResponderEliminarMañana la busco, que me he quedado sin nada para leer.
ResponderEliminarNo me importaría léerla. Es de esos libros que disfruto.
ResponderEliminarYo no lo conocía y ahora quiero leerlo. Tomo buena nota del título.
ResponderEliminarBesos!
Ya lo tenía fichadito y me confirmas que tengo que leerlo. Tremenda reseña!
ResponderEliminarBesotes!!
Todo un descubrimiento: no me hubiera fijado en él si no llego a leer tu reseña, la verdad. 1beso!
ResponderEliminarNo me gusta la época en la que se ambienta y creo que lo pasaría verdaderamente mal durante la lectura, y eso es algo que ahora mismo no me apetece, así que con tu permiso la descarto.
ResponderEliminarUn besito.
No me importaría darle una oportunidad si se me cruzara. Un beso.
ResponderEliminarEs duro pero como lo dices tú, son necesarias estas historias y que alguien nos las cuente
ResponderEliminarInés abrió mecha y tu terminas de convencerme. Uno que me leo seguro, además la edición es una pasada
ResponderEliminarBesos
Pues me gustaría leerlo, pero es de esos que creo que es mejor esperar a un momento adecuado porque ahora mismo no podría con el
ResponderEliminarBesos
Lo siento. Demasiado duro para mí. No quiero que se olvide lo que allí pasó, pero tampoco quiero sufrir mientras leo, al menos, no ahora. Quizás llegue el momento de leer para aprender, aunque duela. Abrazos.
ResponderEliminarQue sí, que sí, que me lo apunto. Tiene todo: Ozick, Lumen, ilustraciones, dureza, etc.. Y lo recomiendas tú. Así que blanco y en botella...
ResponderEliminarUn abrazo