Entre el ruido y la vida, de Alejandro Palomas.

Confieso que nunca entendí demasiado de poesía. No entiendo de rimas, de ritmos, de versos. Solo entiendo de lo que me llega y me hace sentir. Por eso temía hacer este post, por el riesgo de no estar a la altura como lectora de esta joya que ha pasado por mis manos:

"Entre el ruido y la vida" (Edit. baile del Sol) es un paseo por la vida, por el ferviente deseo de conocer y la creencia errónea de que la sabiduría llegará con la madurez, porque crecer no es sinónimo de saber, y las respuestas no siempre llegan, por muchos años que cumplamos: 

"Creyó que la carencia 

justifica la seducción,

que existe la muerte digna

y que la indigna hace justicia

a toda una vida de

conjugaciones erradas.

Creyó a los mayores,

a los razonables,

a las mentes ordenadas

a los que dicen la verdad

porque la mentira no, nunca.

Creyó que la bondad

desconvoca la culpa,

que el dolor discreto

magnifica el corazón

y que lo humano es disculpable

sea cual sea la intención."

Resulta que en ese paseo pensamos que será la vida la que resuelva, la que nos vaya mostrando las respuestas, pero pasan los años y la confusión encuentra mares más anchos, porque la madurez es eso: "Más ruido. Más preguntas. Menos vida".

Entre el ruido y la vida encontraremos el amor, en forma de poesía impregnada del realismo de quien conoce la contención, la conmoción, el encuentro y la despedida. 

Y en el ocaso de la vida, encontraremos un silencio nuevo, un silencio roto por una serpiente de corte clásico. Una serpiente que nos revelará diez verdades. Porque hay quien recoge sin sembrar, quien dice sin contar. Porque los sueños no siempre lo son.

Es un placer leer a Alejandro Palomas en sus diversas manifestaciones literarias. Me gusta. Me gusta mucho. Es intenso, visceral (incluso radical), apasionado, sensible. Es capaz de hacer poesía a partir de una llamada especial, de una visita al veterinario, es como si no conociera otra forma de expresarse, como si lo corriente no estuviese hecho para él. Por no hablar de su adorable ironía y su sentido del humor, pero eso es otro tema.

No entiendo de rimas, de ritmos, de versos. Solo entiendo de lo que me llega y me hace sentir, y Palomas lo hace. 

Vamos.

**Dedico este post a Rulfo, por supuesto.